Conoce la historia del colorete desde su origen hasta nuestros días
El maquillaje existe desde hace siglos. Victor García, presidente de la SEMCC (Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética) afirma que “el ser humano desde siempre ha querido mejorar su aspecto, y para ello se ha sometido a procedimientos más o menos intervencionistas sobre su cara y cuerpo con el fin de conseguir una estética lo más acorde posible con los cánones de belleza vigentes en cada momento”. En esta ocasión nos centraremos en un producto muy específico que ha formado parte de la cosmética desde sus inicios; el colorete.
El origen del colorete, como el de otros muchos productos cosméticos, lo encontramos en el Antiguo Egipto. Como os contábamos en nuestro artículo sobre sombras rojas, las mujeres egipcias solían mezclar semillas, ocre rojo y extractos de diferentes frutos para crear una pasta que luego utilizaban para colorear sus labios y sus mejillas. Se han encontrado restos de productos cosméticos de diferentes calidades en las tumbas egipcias, por lo que podemos deducir que maquillarse era un hábito que se daba en todas las clases sociales.
En la sociedad grecorromana aparecieron los primeros “kosmetés” o personas que se dedicaban profesionalmente a la belleza. Son los antecesores de los maquilladores de la actualidad. En esta época era símbolo de buena salud llevar los pómulos en colores rojos muy fuertes. También aquí encontramos diferencias entre clases sociales; las mujeres patricias más adineradas utilizaban productos como alheña o cinabrio, mientras que las mujeres pertenecientes a la plebe aprovechaban los posos del vino para dar color a sus mejillas.
Con el inicio de la Edad Media surgió la moda de los rostros pálidos que perdurará prácticamente hasta el siglo XX. Los rostros de porcelana eran símbolo de poder económico, por lo que las mujeres no dudaban en blanquear su tez. El colorete sin embargo prácticamente desapareció hasta el reinado de Luís IV en Francia. En esta época los productos usados para dar rubor fueron el polen y el azafrán.
Durante el Barroco en España se comercializaba el “Color de Granada”, que se vendía en hojas de papel y se conservaba en las denominadas “salserillas”, recipientes pequeños y con poco fondo. En Francia el colorete se vendía seco o líquido, y para su fabricación se utilizaban componentes químicos nocivos para la salud, como el plomo o el mercurio. A pesar de provocar fuertes dolores de cabeza y problemas en la vista y en la piel, se calcula que las mujeres francesas compraban alrededor de dos millones de coloretes al año.
La forma de aplicación del colorete variaba en función del país, no obstante, siempre tendía a la exageración. En Francia, las damas de la corte de Versalles pusieron de moda aplicarlo formando grandes círculos debajo de los ojos. En España además de en el rostro se aplicaba en los hombros y el cuello.
Sin embargo, el colorete tal y como lo conocemos hoy en día no apareció hasta 1863. Fue en París, de la mano de Jose-Albert Ponsin. Este amante de la belleza decidió poner fin a las barras de crema que utilizaban los actores y crear el primer colorete en polvo, cuya receta pasaría posteriormente a Alexandre-Napoleon Bourjois. En el año 2013, para celebrar los 150 años de este primer colorete en polvo, Bourjois organizó una exposición que recogía la evolución del maquillaje desde su origen hasta nuestros días.
A principios del siglo XX los labios rojos y el colorete rosa pastel fueron el arma utilizada por las mujeres francesas para reivindicar su libertad. Eran mujeres con familia, con trabajo y que además se preocupaban por el cuidado de su imagen.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la eterna tendencia de la piel pálida finalmente terminó. La búsqueda del moreno se convirtió prácticamente en una obsesión. Se abandonaron los tonos rosados y melocotón para pasar a los tierras y dorados. Una vez más, el uso del colorete disminuyó como consecuencia del uso de los polvos bronceadores. Las mujeres comenzaron a tomar el sol compulsivamente, lo que provocó en nuestro país un aumento de la incidencia del cáncer de piel en un 38%.
En la actualidad se está abandonando progresivamente esta tendencia dejando paso a una piel natural. Hemos podido ver esta nueva tendencia “cara lavada” en importantes pasarelas nacionales e internacionales, en los desfiles de grandes diseñadores como Alvarno, Angel Schlesser, Custo Barcelona o Juanjo Oliva.
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Como vemos, el colorete ha evolucionado desde los rojos más vivos hasta los tonos más neutros, pasando por los rosados y los marrones. Ya sabemos que la moda es un ciclo, las tendencias mueren pero su esencia perdura y se reinventa con el paso del tiempo. ¿Cuál creéis que será la próxima tendencia en colorete? ¿Volverán los colores rojos?