Sacar partido a las sombras que forman los rayos de luz es posible y puede mejorar enormemente tus prácticas fotográficas
Desde hace mucho tiempo – tanto que se remonta al principio de la historia – los artistas han utilizado las sombras para contar historias. A través de muñecos o con sus propias manos iban narrando a los espectadores un cuento con el fin de entretener, enseñar y mostrar una realidad diferente. Sin embargo, el dominio de la oscuridad no es nada sencillo, y menos aún si no sabes emplearlo correctamente.
Para todo fotógrafo, uno de los mayores miedos que puede tener es que salga oscura la imagen. Por eso mismo, nos pasamos la vida tratando de dominar los ajustes de nuestra cámara y asegurarnos de que eso no ocurra. Sin embargo, hemos de dejar de temer a nuestro mayor enemigo y aprender a utilizarlo a nuestro favor. Sobre todo en Street Photography se utiliza cada vez más la falta de luz en fotografía. Puedes conocer más de esta especialización en el Microcurso de Street Photography de Workshop Experience.
Si bien es cierto que las sombras, muchas veces, pueden jugarnos una mala pasada, el deber del fotógrafo es saber jugar con la realidad que le rodea y, sobre todo, ser consciente de todos los elementos que tiene en cuadro en el momento de la fotografía. Ya sean sujetos, objetos, sombras o haces de luz el fotógrafo ha de saber – o al menos imaginar – cómo va a ser el resultado de su disparo. Como bien dijo Ansel Adams “el componente más importante de una fotografía está detrás de ella”. Es el fotógrafo el encargado de seleccionar todo aquello que piensa digno de retratar.
Y, sin embargo, hay algunos artistas que son capaces de jugar con su realidad mejor que otros. ¿Qué les hace mejores? la capacidad de aprovechar el entorno, los elementos que te proporciona el mismo. Trabajar con ellos convierte a un amateur en un profesional (con mucho esfuerzo y trabajo, naturalmente). Uno de esos “elementos” que resulta más sencillo de encontrar (aunque no tan fácil de manipular) son las sombras.
La sombra en la imagen
Todo fotógrafo aprende tarde o temprano a moldear la luz para una sesión. Al hacerlo, se crean (gracias a los objetos y su opacidad) las antes mencionadas sombras. Obviamente, esto tiene una función muy clara: crear uno u otro ambiente. Dependiendo del tipo de luz que incida en un sujeto se resaltan unas cosas u otras. Con cada diferente forma de iluminar encontramos además una emoción o referencia.
Como bien se ha mencionado antes, la sombra es el resultado de que los rayos de luz incidan sobre un objeto. La fuente de luz puede ser o bien natural (el sol o la luz de la luna) o bien artificial cuando somos nosotros los que aplicamos esa luz sobre el objeto.
La carencia de luz que se obtiene puede diferenciarse en tres zonas: la umbra (o parte más oscura), la penumbra (en la que solo parte de la luz queda obstruida por el objeto) y la antumbra, donde se puede observar la fuente de luz que rodea al cuerpo opaco.
Las sombras suelen emplearse en fotografía con un motivo emocional. Suelen añadir un efecto dramático a la imagen. Puede apreciarse, sobre todo, en el cine en blanco y negro y, sobre todo, en el cine de terror (en el que las sombras adquirían una importancia mucho mayor que en el cine en color). Como hemos dicho antes, la luz que se emplee en fotografía (y, concretamente, en la fotografía de retrato) subrayará un aspecto u otro del sujeto retratado.
Así, la luz frontal no deja sombras en la imagen pero a la vez la aplana. La luz lateral, sin embargo, dota de texturas, contraste y volumen a la imagen mientras que la luz contra-cenital se utiliza para aumentar la tensión al ojo, convertir al sujeto en un ente monstruoso. Pensemos, por ejemplo, en los niños de acampada contando historias de miedo y situando la linterna justo bajo su cara. El efecto es claro: resulta algo antinatural, porque no estamos acostumbrados a que la luz salga del suelo, sino de arriba. Ocurre algo parecido con la luz cenital, que produce oscuras sombras en la cara de aquel que se retrata.
Lo bueno de las sombras es, precisamente, lo que sugieren al espectador. Puede hacerse una fotografía de un elemento sin que este aparezca en la imagen: solo tiene que aparecer su silueta. Esto se utiliza cada vez más. Por ejemplo, se saca una fotografía cenital en la que no se ve correctamente el sujeto, pero sí su sombra. Mediante esta técnica podemos distinguir qué se está retratando. O se utiliza la sombra para reflejar la dualidad de un sujeto (como ocurre en el cine).
La sombra puede utilizarse para innumerables trampantojo. Se puede, por ejemplo, retocar en postproducción una fotografía para que la sombra de un sujeto sea independiente (como la de Peter Pan) y, así, crear una imagen divertida. Las posibilidades son infinitas y la creatividad puede crear imágenes impresionantes.